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Mostrando entradas de septiembre, 2009

Conversación nocturna

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Pasaban las diez y media de la noche cuando Lucía, agotada de la dura jornada del lunes, decidió tumbarse en la cama y dormir placidamente hasta que el inseparable amigo el despertador sonara a las seis y cuarto, hora muy desagradable de levantarse aunque te acostaras a las ocho de la tarde. - Buenas noches cariño ¿qué tal el día? - Pues como siempre, en el lado derecho. - Ya, eso lo sé, pero yo digo de trabajo y cansancio. - Regular, vamos por no decir fatal, si recuerdas bien nos hemos pasado todo el fin de semana de un lado para otro sin descansar, yo no podía más. - Ya, pero tocaba mujer, y tú sabes que cuando empieza no hay quien la pare. - Claro, no lo dudo y por si fuera poco en tacones todo el tiempo, casi ná. - Anda vente conmigo que te voy a dar mimitos, que ya veras como te relajas y descansas hasta que empiece la nueva jornada. - Ay!!!, no sé que haría sin ti, tus roces son suaves masajes que me llenan de calma. - Sí, si, pero cuando tenemos visita bien que te peg

Muda, sorda y ciega

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Existen tres figuras en el templo de Tosho-gu en Nikko (Japón), talladas en el siglo XVII, que representan a los tres monos sabios, el que no oye se llama Kikazaru, el que no habla, Iwazaru y el que no ve Mizaru. Representan una máxima budista que dice: “No escuches maldades, no digas maldades y no veas maldades”. Son tres de las reglas de oro a seguir para alcanzar la sabiduría. Cuando descubrí la imagen me quedé un buen rato pensando, la miraba una y otra vez, y aunque resulta un poco graciosa, me dejó fascinada. En principio interpreté un poco de desentendimiento, de individualismo, no sé, por unos instantes pensé que ser ciegos ante problemas obvios, sordos ante las lamentaciones de un pueblo y mudos para no corregir graves errores que se cometen, era un acto verdaderamente triste, cobarde, vacío de contenido y falto de humanidad, pero seguidamente cambié de dirección y me incliné por otro pensamiento. No considero que esas tres figuras asemejen el pasotismo, si no todo lo con

La piel del alma

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¿Qué te envuelve alma?, ¿de qué te hicieron?, ¿visible o invisible?, ¿fuerte o débil? El abrazo te conmueve, el beso te apasiona, la caricia te impresiona y la desgracia te descompone. ¿Dónde vives?, ¿estás en todos los cuerpos?, ¿hay gente sin alma? y, ¿alma sin gente? Me dueles, ¿eres tú o soy yo? te desnudas sin pedírtelo, te entristeces sin razón y con ella, te ríes ante la sonrisa del payaso y la nostalgia se adueña de tu vacío. Tu piel, alma, tu piel, fuerte y débil a la vez, se endurece con los años, pero nunca dejas de crecer.